miércoles, 24 de junio de 2009

Golden

A veces te encuentro bajo mi almohada,
y otras, adherida a un pedazo de piel
justo debajo de una sonrisa



casi siempre en las mañanas.

lunes, 22 de junio de 2009

Moth



You poor sweet innocent thing.

sábado, 13 de junio de 2009

Antes del desayuno

Recuerdo la mañana que desperté y Gabriel aún no se había ido. Lo sentí muy cerca de mí, como adherido en un abrazo inalterable. Percibí la humedad de su aliento tibio en mi cuello y conté uno a uno los latidos de su corazón. Aún dormía, pero tuve la impresión de que estaba consciente y me veía. Se me ocurrió que en ese momento podía perderme a su lado para que él me trajera de vuelta entre besos y caricias. Entonces, me susurraría al oído unas cuantas palabras inventadas al momento cargadas de sentimentalismo primaveral para mí. No me gustó. Prefiero pensar que me vuelvo invisible y él no puede encontrarme. Sentirme suspendida en una burbuja atemporal donde todo es un sueño es demasiado para mí. Ni siquiera en Buenos Aires me había sentido de esa manera. Y es terrible pensar que eso fue hace tan poco tiempo, y a la vez hace tanto que me regresa todo con una nota amarga de nostalgia. Me descubro envejecida en menos de un año y la sensación me congela. No quisiera despertar un día y tener que preguntar en cada puerta por la vida que se me escapó. Sin reconocerme a mí misma, sin tener nada que me ayude a seguir adelante. Se vuelve tan irreal compartir el mismo espacio con Gabriel, cuando hace menos de una semana lo descubría espiándome entre la multitud donde no somos más que casualidades. Escuché su respiración, y pensé que ya era hora de irme mientras él dormía para que no se diera cuenta de nada, para que pueda borrar mi existencia entera en un segundo. No soy aquello que él busca para ser mejor y él lo sabe. Pero vuelvo a encontrarme en su mirada, en sus palabras, en todo su ser que ya no le pertenece sino que es mío hasta el final de los tiempos. Y yo no me atrevería jamás a pedirle algo a cambio, y elijo escucharlo decir “No Ariadne, ya no”, pero no me importa. Dudo que alguna vez me importe.

viernes, 5 de junio de 2009

Momento aparte

De día




Me vuelves a hablar con palabras que no comprendo y te vas de frente de aquí a unos años más donde si te puedo contestar pero tienes prisa y yo prefiero verte retozando bajo las sábanas en paz como cuando te sentabas muy quieto a escuchar el coro y yo tenía la sensación de habernos perdido hace ya bastante tiempo y yo puedo llegar tan bien para ti y también con agua helada y decirte que ya es hora de que me acompañes por los relojes que nunca se detienen o el ventilador de mil colores de juguete que nunca llegará a caer y veo un cielo encima del otro y es como el reflejo del mar en formas graciosas y todo de blanco o de rojo y a mí me encanta esa visión entre perfumes y de nuevo hay magia y es como en el momento preciso en que me encuentras a tu lado y no recuerdas como llegué solo me sigues y pides lo tuyo o tal vez quieres conversar un poco más durante horas infinitas llenas de vida y no se sabe cómo termina y nadie quiere que termine ni seguir esperando una señal o un milagro propio no ajeno o recibir más cartas de papel azul y ser yo quien las mandó porque de pronto seguimos caminando y llegamos a ver a los árboles que hablan entre ellos para contar historias que nunca conocen un fin porque así fue y seguirá siéndolo en la mañana por siempre y para siempre


.

Delirio

Sé que incluso ahora me puedes ver.


Nebuloso como un recuerdo fragmentado que te rehúsas a aceptar.


Y piensas que es solo tu imaginación, que esto es parte del exceso de pastillas y de todo lo que te dijeron que no hagas de joven.


Y aún no significas nada para mí.


Ni te imaginas el aire helado que se desliza por debajo cuando decides recluirte en tu pedazo de silencio.


No ves nada y lo sabes.


No escuchas porque alguien te llena los oídos con melodías sin sentido que vienen del fondo, y te arrastras por instinto, que es más fuerte que la razón, aquella que perdiste hace dos segundos y vuelas.

blue ruin


"I'm not a concept.
I'm just a fucked-up girl who's looking for my own peace of mind."


- Clem

martes, 2 de junio de 2009

Inevitable

Se trataba de algo irremediablemente absurdo e innecesario. Intenté dormir sin poder cerrar los ojos el tiempo suficiente para desaparecer y dejar que la oscuridad me absorba. No era suficiente. Tenía la impresión de que en cualquier momento mi puerta caería derribada y yo no tendría a donde correr. El miedo toma un color grisáceo sobre todo cuando no soy yo quien me preocupa. No se trataba de mí. Me estremecía el solo pensar que encontraría al día siguiente o si tendría las fuerzas necesarias para hacerme cargo de lo ajeno: de un momento a otro lo vería todo tal y como era, inevitablemente.

Ya podía escuchar el sonido interminable del teléfono en cada habitación. Lo más extraño es que no había humo y los olores eran los mismos de siempre Nada que delatara esa situación que yo sabía de memoria. No lo entendía. No quería entender. Todavía no amanecía y no existía motivo alguno para apresurar las cosas. Faltaba tan poco.



Unos momentos después de dejar las últimas anotaciones en una hoja de papel anónima cargada de instrucciones y arrepentimientos adelantados, se escuchó un grito ahogado que no supe de donde vino. Mi primera reacción fue la de correr y pedir ayuda, pero no podía estar segura de nada y no tenía la intención de hacer algo indebido que más tarde pagaría caro; me limité a quedarme quieta bajo las sábanas. Busqué entre lo más remoto recuerdos de una infancia que creía perdida para calmarme con las historias del mar, y antes de darme cuenta, me encontré deseándoselo a ellas con todas mis fuerzas. Me dolía en el alma que no hubiese podido ser lo que tanto anhelaban y que mil veces habría deseado verlas llorar antes de descubrir lo que desesperadamente escondían sus sonrisas. Lo más aterrador era, sin lugar a dudas, la sensación de estar viviendo algo ya vivido, como si desde días antes las paredes de aquel lugar se hubiesen vestido de gris para recibir lo que debía ser. Tal vez lo entendí en ese mismo momento y decidí aceptar lo que había pasado sin más dramatismo del que ya sucedería horas después. Tal vez desde la otra habitación, alguien más compartía mis sentimientos y tampoco se movió. No importaba, cualquier excusa es válida para ser capaz de llevar la carga y seguir respirando, para no acabar sin luz y sin sueños.